Según Ken Robinson la escuela mata la creatividad
de los escolares, mientras que el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi en su obra Talented
teenagers ha afirmado que “no podemos esperar que nuestros hijos lleguen a
estar verdaderamente educados hasta que nos aseguremos de que los docentes no
sólo proveen información, sino también suscitan la pasión por aprender”
La psicología positiva tiene como objetivo
central el estudio científico de las fortalezas que contribuyen al desarrollo
de individuos y comunidades. Esta considera tres focos: las emociones de los
niños, sus rasgos individuales y el contexto institucional en el que se
desarrolla el aprendizaje.
El objetivo no sería otro que el de “educar
tanto la mente como el corazón” pero para ello se necesita un entorno que
favorezca curiosidad, el interés por conocer más, la autonomía, el descubrimiento,
la experimentación, el desarrollo de emociones positivas y, de manera fundamental,
el cuidado de la motivación de los
escolares hacia el propio proceso de aprender.
Ellen J. Langer (2000) expuso que los entornos
escolares frecuentemente favorecen la automatización y el establecimiento de
rutinas; que es justo lo contrario de lo que el aprendizaje requiere: la implicación planamente consciente de los
materiales. En un interesante artículo, esta autora nos presenta su idea del
“aprendizaje plenamente consciente” o “mindful
learning”, contrapuesto al “mindless learning”, esto es, el
aprendizaje mecánico, distraído y falto de sentido.
La alternativa que propone Langer es la de resaltar los aspectos intrínsecamente motivadores en la
actividad de aprender, es decir, las “ganancias” que surgen del
propio proceso de adquirir conocimientos o habilidades. Y en este sentido, la
atención plena a los componentes de una actividad, es decir, el estar centrado
en el aquí y ahora mientras se lleva a cabo puede resultar altamente
recompensante.
El “aprendizaje plenamente consciente” pues, se basa
en:
o
Centrarse en
el momento presente, el aquí y ahora
o
Prestar
atención y concentrase en lo que se hace, y en las sensaciones que
se experimentan
o
La búsqueda de
situaciones que implican novedad y la caracterización de la
incertidumbre como algo positivo que supone una oportunidad de
crecimiento
o
La atención
a la perspectiva desde
la que se consideran las cosas, y el hacer juicios en términos probabilísticos
más que absolutos
o
El empleo de
algunas técnicas que favorecen la focalización activa de la atención,
basadas en ejercicios de respiración, el uso del arte, actividades de
tipo creativo y ejercicios encaminados a captar distinciones y reconocer la
diversidad
Tal y como ha afirmado Robert Sternberg, a lo largo
del proceso educativo, más que enseñar al niño “qué pensar” en realidad lo que
hacemos es enseñarle “cómo pensar”, es decir, cómo manejar la información y
acercarse a los acontecimientos de una u otra forma. En un entorno cada vez más
cambiante, puede ser que la automatización y mecanización del aprendizaje deje
de cumplir las funciones que ha podido tener en otros momentos; por el
contrario, una escuela que fomente el uso de la creatividad, el análisis atento
de la realidad, y que ponga énfasis en el placer de adquirir nuevos
conocimientos y competencias puede resultar mucho más efectiva, al dotar a los
escolares con herramientas flexibles que les permitirán dar respuesta a
situaciones que hoy ni tan siquiera podemos prever.
Volviendo al tema principal, la creatividad, la
curiosidad, la motivación, etc. son muy importantes; sobre todo en los niños,
puesto que ellos son el futuro. Como dijo Ken Robinson: “Si no estás abierto a
equivocarte, nunca se te va a ocurrir algo original”. El problema de los
adultos es que temen equivocarse. Por ello, no pueden ser creativos y afecta a
la creatividad de los niños. Estos, en cambio, si que se arriesgan y no tienen
miedo a cometer errores. Aun así, el sistema educativo está educando a los
niños para que dejen sus capacidades creativas, porque equivocarse “es lo peor
que pueden hacer”. Según Picasso: “Todos los niños nacen artistas”; y está en
lo cierto. Si queremos que lo sean, debemos dejarles que expresen lo que
quieran, porque realmente son más conscientes que los adultos; aprenden mucho
más, su mente es más despierta, les gusta aprender y averiguar cómo funciona el
mundo y son pequeños científicos. Su mente es innovadora, creativa y talentosa
y les gusta construir y crear.